Hoy desperté con un número golpeando mis pensamientos. Desde que abrí los
ojos, esta madrugada, la imagen del diecisiete estaba frente a mí y una fuerza
indetenible me arrastró hacia la computadora para buscar más información sobre
él. Con la ayuda de Google comencé a leer:
·
El
diecisiete es el séptimo número primo (sus factores son uno y el mismo); se
puede obtener como la suma de 32 + 23 y por ello lo
llaman número de Leyland (xy + yx).
Hurgué un poco más y encontré:
·
Diecisiete
es el número atómico del Cloro (número total de protones de su átomo); en
Francia es el número de teléfono de la policía y en Italia es sinónimo de mala
suerte: los edificios italianos no tienen piso diecisiete, los hoteles no
tienen habitación diecisiete y los aviones a Alitalia no tienen fila
diecisiete).
·
A los
diecisiete, José Martí (el apóstol cubano), fue condenado a prisión y en la
charada cubana este número significa “San Lázaro” y también “Luna”.
·
“Diecisiete
instantes de una primavera” es una novela escrita por Yulián Semionov y tuvo
sus años de gloria entre los lectores de mi Cuba.
Busqué y rebusqué, pero algo falta. Un importante detalle ha escapado a la
infalibilidad de Google. Un suceso que no aparece en los libros de texto, en la
Wikipedia o en la memoria colectiva de mi pueblo. ¿Cómo lo han pasado por alto?
¿Cómo no recogen los sitios web del mundo, ese significado tan especial que, al
menos para mí, tiene el número diecisiete?
Cansado de no encontrar lo que esperaba, decidí escribirlo y a partir de
ahora, al buscar en Google, aparecerá ante ustedes este personal significado,
esta propia visión del controvertido número.
Diecisiete son los años que han pasado desde que cambió mi vida para
siempre. El hasta entonces débil y turbio riachuelo de mi existencia, confluyó
con un torrente cristalino y tempestuoso, dándome una nueva fuerza renovadora e
inagotable.
Diecisiete lustros hace que, frente a Dios y los amigos, nos juramos amor y
estar juntos hasta el fin de nuestros días (rezo para que mi fin llegue
primero). Nos juramos apoyarnos, protegernos, entregarnos, querernos sin
límites y llegar incluso al sacrificio de nuestras propias existencias.
Marfa, sin tu fuerza, sin tu empuje, sin tu positividad, sin tu amor,
posiblemente ya mi cuerpo se hubiera disuelto en el insaciable polvo de muestra
madre tierra; cansado y atemorizado ante problemas que me superaban, pero que
para ti eran insignificancias.
Gracias por todos estos años. Gracias por las caricias y los regaños.
Gracias por nuestros hijos, que crecen y día a día nos hacen más viejos ¿o más
jóvenes y eternos? Gracias por tus besos, que son combustible inagotable que
mueve a mi cuerpo. Estos diecisiete años han pasado como un soplo de aire fresco.
Amor, solo te prometo una cosa: Desde hoy mismo comienzo a buscar el
significado mágico del treinta y cuatro.
Te quiero y un beso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario