Estos han sido días trágicos
para los amantes del beisbol cubano, especialmente los “fans” del Villa Clara. Los
“naranjas” fueron a la Serie del Caribe, invitados después de más de cinco
décadas, generando grandes expectativas en la fanaticada. Yo, que soy un hombre
de sangre anaranjada, me he comido las uñas durante las transmisiones y he sentido
mi pecho oprimirse al ver a “mis muchachos” lucir como imberbes novatos,
temblorosos, desconcertados, como si la grama del estadio les fuera tan ajena
como una pista de patinaje.
No pude evitar, tras escuchar
que el equipo regresaba a casa y no precisamente “con el escudo”, cerrar los
ojos y hurgar en gavetas casi olvidadas de mi memoria, para revivir los momentos
de gloria de la “aplanadora naranja” y del beisbol cubano en general.
Me remonté a los ochenta. Me vi sentado
junto a mis abuelos, de noche,
escuchando un viejo y arañado radio de bombillos modelo “Howard”. La CMHW
transmitía con voz entrecortada por la estática, un juego de pelota del equipo “Las
Villas”.
Estaba en turno Pedro José “Cheito”
Rodríguez. Cuanta emoción se percibía en la voz del narrador; su voz viajaba a
través de éter y se filtraba por las bocinas agujereadas del viejo radio. Las bases
llenas y el “Cheo” parado allí, en el cajón de bateo,…. el estadio temblaba y
las paredes de mi casa también por mi nerviosismo y el de mis abuelos…. “…Ahora
sí que “Cheo” se la va a botar a Rogelio…”, apostaba mi abuelo, mientras yo
hacía cruces con mis dedos para espantar la mala suerte que nos iba a traer tal
predicción, mi abuela asentaba con la cabeza, como siempre hacía cuando hablaba
“su viejo”... “…. que no se ponche, que no se ponche….”. Yo bien sabía de lo rapidísimo de la bola de
Rogelio García; había oído muchas veces como dominaba a Pedro José con “palomón”
a los jardines y podía sentir aún la humedad de los lagrimones de dolor que
saltaban a mis ojos en esas ocasiones…. Esta vez era de vida o muerte, “….arriba
“Cheo”, arriba “Cheo”,… tú no crees en rectas de humo…”. “Se prepara el lanzador,
lanza y… ahí va tremendo batazo, la bola se va elevando, se va elevando y la bola
se fue de jonrón,…., adiós lolita de mi vida…”. El estadio hervía de euforia;
el “Cheo” había pegado uno de esos batazos que no caen nunca,… esos que se pegan con una
bola bajita y se elevan, se elevan casi besando las estrellas; esos que el comentarista
describe mientras se fuma, plácidamente, un cigarro. El placer se hace
infinito, interminable… Pude ver cómo,
en mis recuerdos, yo saltaba de alegría y mis abuelitos sonreían con esa
sonrisa dulce que tienen los ancianos. Tras ese “palo” la victoria está
asegurada, ahora seguro que traemos a Isidro Pérez para cerrar el juego. Isidro
“El Bombero de Dobarganes”, como le decían al cerrador, era uno de esos pitcher
que lanzaba calabazas para el “home”, pero justo en la esquinita donde más duele… y dominaba…. La “aplanadora naranja” esta vez
se “llevó el gato al agua”… “; Tal vez la próxima le tocará a Pinar del Río.
Pero no era solo Pedro José.
Habían muchos otros hombres y nombres: Antonio Muñoz “El gigante del Escambray”,
Pedro Jova, Adolfo Borrell, Sixto Hernández, Amado Zamora, Albertico Martínez,
Héctor Olivera, Mario Veliz, Roberto Ramos…, esos son solo algunos de los que
ahora asoman a mi mente.
Eso era emoción, pasión por el
deporte. Esos eran peloteros que dejaban la piel en el terreno, que sabían el ABC
de la pelota, pero también la XYZ. Tenían nervios de aceros, tenían técnica,
inspiración. Esos “genios” habían
aprendido de maestros como “Natilla” Jiménez. Eran herederos de la estirpe de Martín
Dihigo y Alejandro Oms. Llenaron de gloria a las provincias y también a toda
Cuba. Ganaron los campeonatos mundiales, las copas intercontinentales, los
panamericanos, ganaban todas las competencias. Muchos alegan, ahora, que el éxito
se debía a que topaban con imberbes universitarios…. Discrepo, esos peloteros
tenían oficio, maña, recursos. Eran capaces de enfrentar a cualquiera y ganar o
perder, pero con dignidad.
Lastimosamente muchas de estas
glorias del deporte, terminaron olvidados y sin un centavo. Algunos quizás pasaron
y pasan sus vidas entrenando en las mañanas, sin muchos recursos, a chicos de
algún poblado y tomando ron en las tardes mientras rememoran las victorias
pasadas. Algunos tuvieron un poco de más suerte y se fueron de “manager” de las
series nacionales, o de entrenadores a otros países. La gran mayoría de aquella
generación terminó en el olvido,…. En el más triste y profundo olvido.
Muchos de ellos nunca fueron
valorados justamente por los burócratas del deporte y la política; por las
sanguijuelas oportunistas que viven del esfuerzo de otros. El mismo Pedro José, que cuentan rechazó un
cheque en blanco para ir a grande ligas, fue luego suspendido casi de por vida,
por llevar escondido un puñado de dólares en uno de los viajes que iba a dar
con el equipo Cuba. Fueron implacables con “El Cheo”, lo usaron de escarmiento,
no importaron sus jonrones que besaron la Luna en las noches cubanas. No
importaron los fanáticos que lo adoraban. No importó nada…. Solo la política….
Llegó entonces otra generación,
también grande y llena de talentosos deportistas; pero que habían visto el
triste destino de sus antecesores. Habían palpado el desagradecimiento oficial.
¿Qué podía esperarse entonces? Sencillamente decidieron que no terminarían
igual. Ellos no rechazarían el cheque para ir a jugar a las mayores… Fue la era
de “El Duke”, Jorge Luis Toca, Rolando Arrojo, Rene Arocha, Euclides Rojas, “Riquimbili”
Betancourt y muchos otros. Algunos triunfaron, otros no tanto, pero igual
vivieron la experiencia de medir sus habilidades con los mejores…., probaron
sus fuerzas y si no escalaron en la gran carpa, sencillamente se fueron a otros
lugares. Todavía eran peloteros con oficio, de esos que batean por detrás del
corredor, tocan bola, o dan un “fly de sacrificio”. Así, gota a gota, se fue
desangrando el béisbol cubano.
No todos se fueron. Muchas
estrellas se quedaron adornando nuestras series, sus razones tendrían. Cierro
nuevamente los ojos y puedo ver correr sobre la grama del “Sandino” a: Víctor
Mesa, “el pulpo” Acebey, Oscar Machado, Eddy Rojas, Riscart… En otras
provincias, más allá de la tierra naranja, estaban Ermidelio, Kindelán,
Pacheco, Omar Linares, Pedro Luis Rodríguez, Junco, Romelio, Lázaro Valle,
entre muchos otros.
Sin embargo ya no fue igual. En
los estadios se dejó de jugar de noche para ahorrar electricidad; los terrenos
se deterioraron; las condiciones de vida de los peloteros eran vergonzosas: viajaban
en ómnibus destartalados, comían y vivían en albergues u hoteles de baja a
mediana categoría, ganaban salarios irrisorios…. Y recibían como limosna la
oportunidad de comprar un televisor o un poco de ropa, si lograban quedar entre
los 24 que integrarían el equipo Cuba. Como si todo esto fuera poco, un día,
los “sabios” de la burocracia beisbolera, los “chupacabras” del deporte, decidieron
que las estrellas que quedaban eran demasiado viejos y era hora de su retiro y
por “decisión ministerial’ dijeron adiós los últimos rayos luminosos de lo que,
alguna vez, fue un astro deslumbrante: el beisbol cubano.
¿Qué pasó con nuestra herencia
beisbolera? ¿Qué se hicieron nuestras estrellas? ¿Cómo es posible que el equipo
Cuba, el otrora vencedor de vencedores, se vea disminuido al punto que
perdieron cinco de cinco en un tope con peloteros universitarios de Estados Unidos,
justo el año pasado? ¿Qué llevó a este “Cuba-Clara” que participó de la serie
del Caribe a hacer semejante ridículo?
Yo no soy un especialista, soy
simplemente un “fan” del Villa Clara. Pero en estas noches, en las que el dolor
de la derrota de mis “naranjas” me ha dejado desvelado, he esbozado mi propia
teoría.
La causa de la agonía del beisbol
cubano es multifactorial. Estas son las que creo más importantes:
- Trabajo deficiente en las edades escolares: Los verdaderos entrenadores que usualmente trabajaban con los chicos a nivel de poblados, municipios, provincia, se han ido a Venezuela u otros países debido a la mejor remuneración que reciben. Los entrenadores de las edades escolares muchas veces son “emergentes” y no tienen los conocimientos ni los recursos necesarios (guantes, pelotas, bates) para trabajar. No se puede enseñar lo que no se sabe, aún cuando se tenga la mayor voluntad y amor del mundo. Los campeonatos municipales, de las categorías infantiles, han desaparecido y las provinciales son un “paripé” en la que un equipo juega, si acaso, cuatro juegos. Lo viví en carne propia pues mi hijo transitó por esas categorías.
- La no existencia de verdaderas academias de beisbol: Academias con condiciones materiales, buenos preparadores y donde se puedan pulir las carencias técnicas de los chicos que más se destacan en la adolescencia y juventud temprana.
- El éxodo continuo de talentos ante la falta de estimulo material: Todos los grandes talentos que han surgido en los últimos años y que se vislumbraban como líderes y nuevos portadores de la antorcha de la gloria, han emprendido un nuevo rumbo, dígase: Kendry Morales, Dayan Viciedo, Aroldis Chapman, Yasiel Puig, Leonys Martín, Jose Dariel Abreu, entro otros. Estos jóvenes no son condenables por decidir probar suerte en otras tierras, solamente quieren medirse en mejores ligas y asegurar su futuro económico y el de sus familias. Este éxodo será indetenible mientras se mantenga el “status quo”.
- La existencia de “sembrados” en el equipo Cuba: Muchos peloteros se saben “sembrados” en el equipo Cuba producto de cuestiones ajenas a su rendimiento. Yulieski Gourriel es uno de los que ha vivido de su ilustre apellido, pero que en la arena internacional no ha mostrado, ni remotamente, la estirpe de su padre; sin embargo es la tercera base regular, a pesar de su mala defensa y de no batear con corredores en circulación. Estos sembrados desmotivan a otros que saben que nunca tendrán oportunidad, no importa cuanto rindan.
- La mala selección de los directores de equipo: Nadie que sepa de la pelota cubana puede olvidar o negar la capacidad, conocimiento y carrera exitosa de directores como Eduardo Martín Saura, Pedro Chávez, José Miguel Pineda, Jorge Fuentes, Pedro Jova, entre otros. Directores con gran capacidad para liderar sus equipos e influir en el crecimiento personal y deportivo de sus atletas. No voy nunca a olvidar el año en que Pedro Jova dejó a Rafael Orlando Acebey fuera del VC, por indisciplina. Pocos directores se hubieran atrevido a prescindir de los servicios de uno de las terceras bases más defensivos que ha dado la pelota cubana. Hoy encontramos directores como Víctor Mesa (uno de los mejores peloteros de la historia del beisbol cubano y posiblemente el peor de todos los managers), que humilla públicamente a los peloteros, se comporta de modo grosero con la prensa, es irrespetuoso con el arbitraje, impone sus designios de manera autoritaria, tal que dejó a Ariel Pestano (uno de los mejores receptores de los tantos que ha dado Cuba) fuera del equipo que participó del último Cásico Mundial (a pesar de que Pestano estaba en excelente forma y seguía siendo por mucho el mejor receptor en activo).
- Una comisión nacional que ha generado una verdadera “piña”, no rinde cuentas y actúa de modo autoritario: El mando de Higinio Vélez en la CNB ha sido un total fracaso. Designar a Víctor Mesa, un manager que jamás ha ganado un campeonato de cualquier categoría, como manager del Cuba es una muestra de arbitrariedad y “sociolismo”. Las constantes justificaciones acerca de las derrotas, y los continuos “análisis” que no conducen a mejores rendimientos. El recargar siempre la culpa de las derrotas en los jugadores, que como gladiadores antiguos, son lanzados al ruedo a “morir o morir”. Peor que Higinio Vélez, ha sido la designación de Antonio Castro (el hijo de papá) como Vicepresidente de no se sabe cuántas cosas. Su sola presencia en el banco, interfiriendo con sus opiniones en las decisiones de los directores de equipo, es una falta de respeto a la profesionalidad de los directores y pone una presión innecesaria en los jugadores. ¿Por qué no se dedica “Tony” a la medicina? ¿Carecerá de los conocimientos de medicina, como carece de los conocimientos de beisbol?
- La pérdida de autoridad de los árbitros: Increíble que un país que tuvo a un Amado Maestri, a un Alfredo Paz, o en época más cercana a un Nelson Díaz, impartiendo justicia en los diamantes de beisbol, se encuentre abocado a esta crisis de autoridad arbitral. Recuerdo el “out” decretado por Paz, sobre Osmani García, en una jugada de pisa y corre durante una de las tantas finales Industriales – Villa Clara (en la era de Jova). Muchos villaclareños no estuvimos de acuerdo y fue un verdadero torbellino, pero la apreciación fue “out” y la decisión de Alfredo Paz se mantuvo. Hoy las decisiones arbitrales son discutidas todas, jugadores y managers se ven el derecho de increpar a los árbitros. Víctor Mesa (manager de matanzas y del equipo Cuba por designación divina) arroja tierra al rostro de un árbitro y no es sancionado; Lázaro Vargas (manager de Matanzas) increpa al árbitro, es expulsado y lanza ofensas inadmisibles contra el árbitro y su progenitora, además de permanecer en el banco en actitud desafiante, y no es sancionado. Se revocan decisiones arbitrales a través de misteriosas llamadas telefónicas, realizadas desde algún teléfono de la CNB. Razón tenía Cesar Valdés al retirarse del arbitraje tras la pasada campaña.
- La no inserción de peloteros cubanos en las ligas profesionales: Los peloteros cubanos se “cocinan en su propia salsa” durante todo el año. No hay casi peloteros insertados en las ligas profesionales de la región. No es la MLB la única liga profesional (por razones del embargo, ningún pelotero cubano, residente de Cuba, podría recibir un salario de la MLB). Los peloteros podrían insertarse en las ligas del Caribe, la japonesa, la coreana. Esto sería un incentivo para pulir deficiencias técnicas que aparecen incluso en los llamados “sembrados” del Cuba y realizar entrenamientos mas concienzudos, así como para reactualizar el pensamiento técnico – táctico de nuestro beisbol. De algún modo, esta posibilidad detendría en buena medida el éxodo de estrellas.
- El no reconocer el derecho de los peloteros cubanos que abandonaron la isla, a jugar bajo su bandera: Es patético ver como peloteros de altísimo nivel quedan vetados sencillamente porque decidieron irse a jugar a otras tierras. Estos peloteros no dejan de ser ciudadanos cubanos y es una injusticia y arbitrariedad que no puedan representar a su país. De igual modo, muchos podrían estar interesados, una vez terminadas sus carreras en la gran carpa, a participar nuevamente de la liga cubana (como hacen cientos de peloteros latinoamericanos); crear academias y compartir los conocimientos que adquirieron en sus incursiones allende fronteras.
- La existencia de una prensa parcializada, falta de objetividad, carente de conocimiento, complaciente y subordinada a la CNB: Es vergonzoso lo que he leído en sitios web cubanos (opiniones de “fans”) acerca del comportamiento y los comentarios rastreros y parcializados de Rodolfo García, Modesto Agüero y Julita Osendi. Comentaristas que se han hecho con el monopolio de los viajes al extranjero para narrar eventos deportivos, a pesar de su demostrada falta de profesionalidad y su sumisión ilimitada a los círculos de poder de la CNB. Comentaristas que han llegado a justificar las indisciplinas de los managers, culpar a terceros de la no clasificación del equipo en la Serie del Caribe, tergiversar verdades, cambiar de opiniones constantemente para mantenerse a favor del “viento que sopla”.
No quiero extenderme más; al final yo solo soy un fan, uno de
tantos. Uno de esos seres anónimos que buscan en la internet, desde fuera de
nuestra isla, vías para mantenernos en contacto con el acontecer beisbolero;
para mantener vivas las raíces cubanas; para mantener en los hijos el orgullo
por nuestra nación y sus gentes. Soy
sencillamente un cubano más, uno de esos que tiene sus venas llenas de “sangre
naranja”. No me escuchen a mí, escuchen a todo un pueblo que pide cambios,
renovación, esperanza.
El beisbol cubano es un enfermo
que agoniza. Por favor, démosle su medicina. No permitamos que fallezca.
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