En mi país hay tres temas de los que nunca se discute, especialmente cuando
se está tomando unos tragos entre amigos, porque jamás se lograría consenso
alguno: beisbol, religión o política. Ahora mismo estoy acabado de levantar,
por ende totalmente sobrio y solo frente a mi computadora; lejos de todos mis
amigos, decido volcar mis ideas sobre estos tristes y condenables sucesos que
se viven en Venezuela.
Sé que quienes lean estas líneas, van a discrepar de un modo u otro de lo
que diga: Unos me tildarán de fascista oligarca (etiqueta de moda en estos
días) y nada más lejano a la realidad pues solo basta chequear lo delgada es
que mi cuenta bancaria; otros dirán que soy un comunista e izquierdista (otra
etiqueta muy tradicional empleada, especialmente en Miami, para desacreditar
oponentes). Por supuesto que al ser nombrado en tono peyorativo por ambos
extremos, me da la certeza de encontrarme al centro (justo el lugar donde
quiero estar, pues todos los radicalismos son malos).
Antecedentes históricos que llevan al “populismo” en América Latina:
Una frase que martilla siempre en mi mente al leer o hablar sobre el “populismo”
(que no es socialismo ni nada que se parezca) que se adueña de América Latina,
es: “Aquellos vientos trajeron estas
tempestades”. ¿Por qué? Recordemos que los mejores aliados de estos
gobiernos autotitulados “de izquierda”, han sido los gobiernos de etiquetados
como “de derecha” que los precedieron y se caracterizaron por corrupción
galopante e inactividad total ante la pobreza. Veamos unos pocos ejemplos:
Carlos Andrés Pérez: Presidió Venezuela durante dos mandatos (1974
a 1979 y 1989 a 1993). En su primer mandato hubo una gran bonanza petrolera
(llevó a que el país fuera catalogada como la “Venezuela Saudita”) debido a la
crisis del petróleo de 1973, provocada porque
los países árabes de la OPEP (junto a otros del Golfo Pérsico) declararon un
boicot a los países de occidente que habían apoyado a Israel, en la llamada
guerra del Yom Kipur. Esta bonanza le permitió a Pérez invertir en la creación
de grandes complejos industriales y en elevar la calidad de vida de los
trabajadores venezolanos. En este mandato Pérez se opone a los gobiernos dictatoriales
de Anastasio Somoza y Augusto Pinochet y participa activamente en las
negociaciones de la transferencia del canal de Panamá a control panameño. Sin
embargo, su segundo mandato se vería matizado por escándalos de corrupción y
sangre. En este segundo período el Bolivar se había devaluado, el precio de
petróleo era bajo y Venezuela se encontraba sumida en una crisis económica. Las
medidas de Pérez no fueron muy populares entre la población y en 1989 se desata
una ola de protestas que fue reprimida con firmeza por las fuerzas militares y
oficialmente se reconocen 276 muertos (aunque extraoficialmente se habla de más
de 2000 desaparecidos).
En 1992, Carlos Andrés enfrenta un intento de golpe de estado liderado por
Hugo Chávez y otro grupo de mandos intermedios de la fuerza armada. Meses
después su auto fue “arrollado” por un camión, lo que se consideró un intento
de magnicidio.
En 1993 la fiscalía venezolana
(estamos hablando de un sistema judicial que teóricamente mantiene su
independencia de la rama ejecutiva) abre una investigación contra Pérez por
ayudar a financiar con fondos venezolanos (se mencionan hasta 250 millones de
Bolívares), los cuerpos de seguridad de la presidenta nicaragüense Violeta
Chamorro. Este año el Senado venezolano (poder legislativo e independiente del
judicial y ejecutivo si creemos en la independencia de poderes) quitó la
inmunidad a Pérez y lo destituyó. Fue el primer presidente venezolano
destituido de su cargo. Tras seguírsele juicio, fue condenado a 28 meses de
prisión. En 1998 se descubrió una cuenta bancaria secreta unida a Cecilia Matos
(secretaria y amante de Carlos Andrés), en un banco en New York y nuevamente la
justicia estuvo tras sus pasos.
Arnoldo Alemán: Elegido como Presidente de Nicaragua
entre 1997 a 2002. Sucedió al gobierno de Violeta Chamorro y aventajó a Daniel Ortega
por amplio margen de más de un 8% de los votos en las elecciones de 1996, por
la Presidencia de la República. El presidente Alemán llevó a cabo programas
para la construcción y reparación de carreteras a través de todo el país (la
red vial estaba en pésimas condiciones producto de las políticas de los
gobiernos anteriores: dígase Daniel Ortega y Violeta Chamorro) y apoyó
proyectos para la creación de escuelas en lugares remotos. A la par, Alemán usaba
despiadadamente la tarjeta de crédito de la presidencia, para pagarse gustos
personales: 1.8 millones de dólares gastados en ropas, cenas, vinos, casinos,
hoteles alrededor de todo el mundo; blanqueo de 10 millones de dólares, de
instituciones estatales nicaragüenses a sus cuentas personales en Panamá. Entre
1990 y 2001 su patrimonio personal subió de 14 mil dólares a más de 250
millones. Fue hallado culpable en 2003, por el sistema judicial nicaragüense,
de los cargos de: lavado de dinero, peculado, malversación de caudales
públicos, fraude, asociación e instigación para delinquir y delito electoral.
Condenado a 20 años de cárcel, trató de llegar a un acuerdo con su archirrival Daniel
Ortega para ser liberado de prisión, al punto que los miembros de su partido
votaron junto a los sandinistas para modificar la constitución nicaragüense.
Con este acto Alemán mostraba su falta total de coherencia e ideología
política.
Carlos Menem: Gobierna Argentina desde 1989 hasta 1999
(reformó la constitución, tal que le permitiera ser reelegido). Asume la
presidencia con una economía en crisis de hiperinflación. Comienza a tomar
medidas neoliberales (acorde a los consejos del Fondo Monetario Internacional) y
privatiza todo lo que puede ser privatizado: Aerolíneas Argentinas SE, Banco
Hipotecario Nacional, Agua y Energía Eléctrica SE, etc. Otras empresas son
disueltas, como: Banco Nacional de Desarrollo, Empresa Nacional de Correos y
Telégrafos,… Durante su gobierno la deuda externa pública se multiplicó por
tres, la desocupación y subocupación se elevaron desde 8.1% y 8.6% al principio
de su gestión, hasta 13.8% y 14.3% al final de la misma. Tras el atentado a la
AMIA en 1994, fue acusado por la comunidad judía de intentar interferir en la
investigación y evitar que se probara la injerencia del gobierno de Irán en el
suceso. En 1990 concede el perdón a Jorge Videla Emilio Massera y Leopoldo Galtieri,
líderes de la dictadura militar que gobernó al país entre 1976 a 1983 y que es responsable
de la desaparición de al menos 15,000 prisioneros políticos. En 2001 fue
arrestado por cargos de venta de armas a Croacia y Ecuador (esos cargos fueron
retirados luego y luego una corte de apelación falló nuevamente en su contra,
pero no fue a prisión por su inmunidad parlamentaria y su avanzada edad). Se
rumoró que poseía una cuenta de más de 10 millones de dólares en bancos de
Suiza, lo que nunca se ha podido probar debido a la política de secretismo de
estos bancos. Ha sido acusado de no declarar fondos ilegales que posee fuera de
Argentina. En 2008 la empresa alemana Siemens lo vinculó a un escándalo de corrupción
en la sobornaron con 2 millones de dólares a Menen, a cambio de concederles la
producción de las tarjetas de identificación y los pasaportes argentinos.
Así podemos ir país, tras país de nuestra América y comprobar que los
gobiernos que antecedieron a la nueva ola populista, con sus escándalos de
corrupción, con el deterioro de la imagen de los partidos tradicionales, con la
alternancia en el poder para que se percibiera cambio democrático, pero
manteniendo políticas similares y excluyendo a muchos sectores de la sociedad del
acceso a la riqueza nacional; crearon el caldo de cultivo ideal para que el populismo
se abriera paso.
Chávez y su revolución “dolivariana”.
Hugo Chávez, uno de los protagonistas del golpe de estado en Venezuela en
1992, es liberado de prisión en 1994 bajo el gobierno de Rafael Caldera.
Comienza a promover una doctrina supuestamente “bolivariana” (que se
transformaría luego en “dolivariana” una vez tomado el poder). Se hace un fuerte
crítico del gobierno de Caldera. Funda el Movimiento Quinta República y además logra
una alianza con otros partidos políticos; y aprovechando una disminución brusca
del ingreso per cápita de los ciudadanos venezolanos y un aumento en las tasas de criminalidad del
país, la recesión económica, entre otros factores, gana las elecciones 1998 con
56.5 % de los votos.
Detalle importante, gana las elecciones con poco más de la mitad del voto. Esta
diferencia se iría estrechando elección, tras elección, al punto de resultar un
país casi dividido a la mitad.
Evidentemente, como buen populista y con algo de carisma empieza a gastar a
manos llenas el dinero de una nueva bonanza petrolera. Reparte fuera de Venezuela
para comprar apoyo internacional y conciencias: Petrocaribe (entregando
petróleo para ser pagado en plazos ridículamente largos), el escándalo del
maletín de Cristina Kirchner (para financiar su campaña presidencial), entre
otros. También gasta dentro de territorio venezolano, creando las llamadas “Misiones”
para hacer llegar la salud, la educación, etc., a los “cerros”, a los barrios
marginales. Se encarga de auto promocionarse y hace algo aprendido de Fidel
Castro: se presenta en una fábrica, en un barrio determinado etc., lo cual
aumenta su visibilidad y allí auto alaba su gestión y engrandecer los logros de
su gobierno.
Permítanme hacer un breve paréntesis para anotar algo muy polémico, pero en
lo que tengo una posición muy clara. Durante el gobierno de Chávez miles de médicos
y entrenadores deportivos cubanos (y por supuesto también cientos de agentes de
la seguridad del estado cubano) viajan a Venezuela, a través de estas misiones.
Aquí llego a un punto que genera discrepancia incluso a nivel familiar. ¿Cuál
es el papel de los médicos y entrenadores cubanos en lo que vive Venezuela hoy?
Muchos han intentado achacar la responsabilidad del desastre venezolano al “proselitismo”
a favor del chavismo de los profesionales cubanos. Quienes opinan así, pecan de
ignorantes o malintencionados, pues esos profesionales cubanos sí han prestado
sus servicios, viviendo en condiciones deplorables y arriesgando incluso sus
vidas. No han trabajado en las zonas residenciales de la clase alta y media
alta, han ido a los lugares donde muchos gobiernos, por años, olvidaron que
vivían seres humanos. Conozco muy bien a
muchísimos cubanos que fueron a Venezuela como parte de estas misiones y en
Cuba no eran activistas políticos y tampoco “chivatones” al servicio del
gobierno cubano. Eran humildes trabajadores que veían que el salario que
ganaban en Cuba, no alcanzaba para siquiera una semana y vieron en salir al
exterior la única oportunidad de elevar su nivel de vida y el de sus familias. ¿Qué
hay muchos agentes de la seguridad cubana infiltrados (a petición del gobierno
o “desgobierno” venezolano) en el pueblo y el ejército? Es cierto, pero no son
los médicos, ni las enfermeras, ni los muchachos que iban de entrenadores
deportivos y profesores de educación física. Son agentes “profesionales”, los
llamados “segurosos”, los “trincas”.
¿Cómo hubiera actuado yo si hubiera estado en Cuba “comiéndome un cable” y me
hubieran ofrecido ir? Igual que todos esos médicos y demás profesionales, lo
digo de todo corazón. Viviendo en el escenario de muchos que conozco, me
hubiera ido a Venezuela a trabajar por trescientos dólares y a comprar las
cosas necesarias para hacer mejor la vida de mi familia. Acá muchos esgrimen la
teoría: “…los principios van primero, esos cubanos debieron morirse de hambre
en Cuba, antes de regar la semilla del comunismo en Venezuela…” Eso se dice muy
bien cuando se está del lado de acá del estrecho y tienes carro, pagas tu
renta, comes y vistes y calzas a tus hijos. ¿Qué harían esos superhéroes si
tuvieran que levantarse cada mañana a ver qué se puede “rapiñar” para dar de
comer a la familia? Creo que no pensarían igual. Además los médicos, no violan
ningún principio moral o ético al ir a sanar enfermos, sea donde sea.
Es una falacia que cuanto cubano sale de Cuba a trabajar es un agente de
propaganda. Yo trabajé fuera de Cuba y nunca hice propaganda alguna. Nadie me
lo pidió, ni yo estaba dispuesto a hacerlo. Mi trabajo era meramente
profesional. Así tengo muchísimos amigos y colegas.
Dejando la cuestión de los cubanos detrás. Paradójicamente, Chávez y los discípulos
que vendrían después (Evo Morales, Rafael Correa, Cristina Fernández) tenían
como preocupación fundamental violentar los mismos mecanismos que les habían
dado acceso al poder. Todos han seguido patrones muy similares:
Tratar
de cambiar la constitución y agregar la reelección indefinida.
Pasar
leyes para maniatar la libertad de prensa. Controlar al máximo los medios de
difusión, pues este es el cuarto poder y es muy efectivo a la hora de denunciar
corrupción y convocar a protestas.
Eliminar
la separación de poderes. Promover a diputados que voten unánimemente y sin
vacilar a favor del caudillo. Nombrar jueces plegados a intereses políticos y
nada apegados a la justicia.
Controlar
al Consejo Nacional Electoral y a los Tribunales Electorales de modo que, si
fuese necesario, validen un fraude.
Desacreditar
a los oponentes: pasando por acusaciones de corrupción que son validadas por
una justicia que es no es tal al estar politizada y llegando incluso al agravio
personal por motivos de orientación sexual, origen económico, etc. Ya se vuelve
poco creativa la calificación de “fascistas” y “vende patrias” a todos los que
discrepen.
Politizar
al ejército y convertirlo de una institución que debe velar por el bien del
país, a una institución que vela por los intereses del caudillo y sus
allegados.
Buscar
un enemigo exterior culpable de todos los fracasos. Usualmente el enemigo por
excelencia es Estados Unidos, aún cuando se ha demostrados que Latinoamérica ha
dejado de ser objeto de interés de este país hace ya mucho tiempo.
Correr
continuamente noticias de intentos de agresión extranjera o planes de magnicidio
para mantener en estado permanente de vigilia y excitación a los partidarios.
Pedir
Ley habilitante y pasar a través de órdenes ejecutivas, todo aquello que no sea
aprobado por el pueblo (recordemos el fracaso de Chávez en el 2007, al tratar
pasar el Proyecto de Reforma Constitucional).
No
ceder a paros o manifestaciones, aún cuando impliquen pérdidas millonarias para
el país o generen un estado de caos (paro petrolero de 2002 que duró más de
sesenta días). Indiferencia total ante la opinión pública internacional.
Reprimir
si es necesario, en nombre del pueblo (como si los reprimidos no fueran parte
de ese pueblo) a cualquier manifestación de oposición.
Estos son solo algunos puntos en común. Fueron bien aprendidos y aplicados
por Chávez y seguidos por muchos de sus discípulos incluyendo al sucesor, “el Delfín”
Nicolás Maduro.
Maduro y sus millones y “millonas” de seguidores.
Tras la muerte de Chávez, creo que nadie apostaba un centavo a que Maduro
iba a ¿ganar? las elecciones. Evidentemente el que Chávez lo nombrara “sucesor
a la corona” le dio un espaldarazo, al menos entre los seguidores más radicales
del chavismo. Pero siempre pensé que Diosdado Cabello, quién creo está mejor
dotado intelectualmente, sería quién se “llevaría el gato al agua”. Hasta el
día de hoy no ha sido así.
La “era” Maduro ha estado llena de polémicas e irregularidades: Una
certificación de nacimiento que no apareció (o dicen que apareció medio
adulterada) y que no permite constatar si es realmente nacido en Venezuela; el
ejercer como presidente provisional cuando le correspondía por ley a Cabello
(que aparentemente abdicó a su favor); salir a recorrer el mundo con una
verdadera corte de amigos y familiares en sus viajes presidenciales; unas
elecciones muy controversiales en las que se reclamó fraude (aunque en honor a
la verdad Capriles, el líder opositor, terminó reconociéndolo al reunirse con él
en calidad de gobernador de un estado); sus constantes “meteduras de pata” y
ridiculeces al decir que Chávez en forma de pajarito se posó en su hombro, o
que Cristo multiplicó los penes….
Como si toda esta controversia fuera poca, el crimen organizado se apodera
de las calles y Venezuela se ha convertido en uno de los países más violentos
del mundo. El desabastecimiento ha llegado a ser inigualable (comparable solo a
Cuba en la década del 90, o Haití después del terremoto). La producción
petrolera se ha “ido a pique”. El capital se ha asustado ante el riesgo de expropiaciones
masivas y las leyes anti especulación, se han convertido en un ahogo al pequeño
comerciante. Las restricciones a la libre compra – venta de divisas ha hecho
crecer un mercado “negro” incontrolable. Crece la corrupción gubernamental y el
poder desmedido de los “boli burgueses”, que salen por el mundo a “lavar su
plata” comprando propiedades e invirtiendo, lo que el ciudadano común no puede
hacer.
Pero cuidado, los gobernantes mientras más ineptos, suelen ser más
abiertamente crueles y despiadados. ¿Qué se puede esperar ante semejante
escenario nacional? Protestas, manifestaciones, tomas de calles. Es lo mínimo
que pueden hacer los ciudadanos para hacer valer sus derechos.
¿Cuál debía ser la posición de un gobierno civilizado? Dialogar con sus
opositores y buscar una solución conjunta, consensuada, resolver los problemas
del país. Pero parece que ya van quedando pocos gobernantes y gobiernos
civilizados en el mundo. Ante el menor síntoma de discrepancia, lo primero es
reprimir. Seamos claro, reprimir en nuestros días no es cosa de la derecha o de
la izquierda. Se reprime en Cuba a los opositores y se les tilda de mercenarios,
pero se reprime en Chile a los estudiantes y Piñera (gobernante de derecha) los
tilda de anarquistas y encapuchados. Se reprime en Rusia (gobierno de Putin, ex
jefe de la KGB y no dudo futuro Zar de Rusia) a los homosexuales y a los disidentes
y se reprime en España, cuando el gobierno de Rajoy pretende, a finales de 2013,
pasar una llamada ley de "Ley de seguridad ciudadana", que impone
multas de 30,000 euros por protestar contra la austeridad dictada por la Unión
Europea y creando una figura delictiva tan ambigua como: "ofender o
insultar al Estado".
Como Maduro es definitivamente un gobernante muy primitivo y poco original,
la única solución que encuentra es masacrar lo que comenzó como una protesta
estudiantil. Acusar de oligarcas a los manifestantes (si así fuera no habría manifestaciones
pues bendito el país en que 50 % de sus ciudadanos sean oligarcas). Acusar de
fascistas a los manifestantes ¿Sabrá Maduro lo que implica realmente el término
fascismo y la huella que esto ha dejado en la humanidad? Si no sabe, puede consultar
algunas de las “millonas” de páginas que se han escrito sobre el tema.
El que actúa como fascista es Maduro. Es fascista al enviar a la Guardia
Nacional a dispararle al pueblo desarmado; cuando permite torturar en las
cárceles con saña tal, que solo los verdugos de Pinochet podrían compararse
(meter el fusil en el ano de un chico detenido e indefenso es asqueroso y
aberrante). Cuando manda a cortar las comunicaciones de sus país con el resto
del mundo para poder masacrar a su antojo. Cuando inventa cargos contra líderes
opositores, para “ponerlos a la sombra”.
Me pregunto si tendría Maduro “los pantalones” de Leopoldo López al
entregarse sabiendo que no recibirá un trato justo y no tendrá garantías
procesales. Creo que no, Maduro no es de los que se mueren luchando por un
ideal, el no tiene ideales. El no es más que uno de los tantos sádicos, que
acceden al poder por obra y gracia de la desgracia de un pueblo y que ante la
inminencia de la justicia, se defecan en los pantalones y claman clemencia
igual que hizo Gaddafi.
Probablemente Maduro no caiga de esta. No es fácil para los jóvenes y sus
familias mantenerse en las calles; no cuando estás a riesgo de morir en
cualquier momento; no cuando a la comunidad internacional le da lo mismo que
maten 100 mil sirios o 300 venezolanos. La OEA, la ONU todas son organizaciones
inútiles, politizadas de uno y otro lado sin poderes vinculantes. Pero maduro
no va a resolver los problemas de Venezuela, no sin escuchar a los otros, a la
otra mitad del pueblo venezolano, a la otra mitad que piensa diferente.
Solo me queda rezar por Venezuela y los venezolanos, por todos, chavistas y
no chavistas, para encuentren una salida; pedir por los amigos míos, cubanos
igual que yo (médicos, deportistas, enfermeros), que fueron a Venezuela a
buscar una mejor futuro económico para sus familias en Cuba y posiblemente encuentren
la muerte en tierra extraña ante tanta confusión (no incluyo en mi petición a los
“segurosos” que son los primeros en mandar a disparar, ellos que reciban lo que
Dios quiera).
Se admite discrepar. Yo no estoy sobre el terreno y “…. no pertenezco a
ningún “ismo”…” como reza una canción de Fito Páez.