He leído y releído el discurso
del Presidente Obama acerca del tema de Inmigración. Un discurso preciso,
coherente y que ofrece un rayo de esperanza a muchas buenas personas que viven
a nuestro alrededor. Un discurso, que por demás, no cierra las puertas a que el
Congreso de la nación actúe, todo lo contrario, les lanza el reto a superar las
limitaciones de esta orden ejecutiva y establecer una legislación que “repare”
el maltrecho sistema migratorio.
No perdamos de vista que hace más
de un año y medio, el senado pasó un proyecto de ley bipartidista que era la
primera aproximación a la solución de este difícil problema; sin embargo el líder
de la mayoría congresional, el congresista Bohener, secuestrado por los
radicales de su partido, intimidado por “tea party”, preocupado más en mantener
su “empleo en el congreso” y los enjundiosos beneficios que este “empleo”
acarrea, sencillamente se negó a presentar siquiera el proyecto a la Cámara de
Representantes.
Este mismo Bohener habla ahora de
que el Presidente Obama ha minado la “confianza” del partido republicano y ha
firmado la sentencia de muerte de cualquier arreglo migratorio permanente.
Sería bueno preguntar al “speaker of the house” ¿cuantas veces el ala
republicana ha votado, como bloque homogéneo, contra todas las propuestas del
Presidente o el ala demócrata? ¿A qué confianza se refieren los republicanos?
Han sido seis años de crítica permanente a cada acción del Presidente. Han sido
seis años en los que se han dedicado a instigar a sus filas a denigrar al
mandatario.
Acá en Miami, sin ir más lejos, en
emisoras de radio de la cadena Univisión (a la que tachan de izquierdista y
obamista) Ninoska Perez Castellón, Lourdes “de Kendal”, Helen Aguirre se han
dedicado, soprepasando toda ética periodística y humana, a denigrar, mentir,
tergiversar. No se trata de libertad de expresión o de democracia; se trata de
respetar mínimamente a la persona que, elegida por mayoría popular y por
mayoría de votos electorales lleva el timón de la nación y es nuestro principal
embajador ante el mundo.
En mi país se dice que el que
calla otorga. Cuando un oyente anónimo llama a una emisora de radio y habla en términos
de “musulmán” (en tono peyorativo y asociándolo a al radicalismo), “enemigo de
américa”, traidor, inepto… y usted, como conductor del programa calla o apoya
el comentario, toma como propios los calificativos empleados, se hace partícipe
de la difamación. Cuando usted interrumpe, corta la línea, impone su posición
de moderador, sobre el oyente que llama con otra visión favorable a las
acciones del Presidente, usted viola el derecho a la libertad de expresión de
ese oyente.
Es esa misma ala ultra radical y
ultraconservadora la que ve a los inmigrantes como amenaza. Han llegado incluso
a delatar, inconscientemente, sus verdaderas razones y temores: ¿Para qué
apoyar la legalización de toda esta gente si al final van a votar demócrata una
vez obtengan sus ciudadanía? Muestran como priman los intereses partidistas por
encima de los intereses de la nación.
Retomado el discurso de Obama, me
parece que acierta especialmente cuando aborda el impacto que la presencia de
trabajadores indocumentados tiene sobre el salario de los trabajadores legales
y sus beneficios y cito: “….Los dueños de
negocios que ofrecen a sus trabajadores buenos salarios y beneficios ven a la
competencia explotar inmigrantes indocumentados pagándoles mucho menos…”.
Sería un acto de hipocresía, si
negáramos conocer el modo en que los trabajadores indocumentados son
maltratados y explotados al extremo en todo el país, incluyendo por supuesto
nuestro condado Miami Dade. Es sobre estos trabajadores en los que recae el
peso de los trabajos de construcción y la agricultura.
Personalmente conozco muchos de
estos chicos, que trabajan jornadas de hasta casi 12 horas por alrededor de
cuatro a cinco dólares la hora. No pueden reclamar ante el tratamiento inhumano
que reciben de los patrones, por el temor a perder el empleo o ser delatados a
“la migra”. Reciben su dinero “cash” a través de un enmarañado sistema de pagos
a través de terceros, lo que sin duda alguna puede ser catalogado como una
burla al servicio de rentas internas (IRS).
El desamparo legal de estos
trabajadores afecta todo el mercado laboral. Al ser mano de obra extremadamente
barata, permiten a los dueños imponer condiciones límites a los trabajadores autorizados,
negándoles cualquier beneficio.
La pregunta de orden es: ¿Quiénes
son los principales beneficiarios de la existencia de una mano de obra barata, desposeída
de derechos, sumisa, temerosa, que vive en la sombra? La respuesta para mí es
obvia: los grandes intereses en los sectores de la construcción y la
agricultura. Ellos no desean una reforma migratoria, ellos no desean legalizar
a estos trabajadores pues al hacerlo podría exigir derechos y tal como algunos centros
de estudio han pronosticado, tendrían que incrementar los salarios, tendrían
que pagar más por concepto de los seguros de “worker compensation”, entre otras
cosas.
Otro tema que no se ha tocado
mucho es el referido a la manera en que el pago “cash” a los trabajadores
indocumentados se presta al “lavado de dinero”. Siempre he tenido la sospecha
de que el nuevo “boom” de la construcción se ve alentado por dineros sucios
provenientes de América Latina. Ese dinero pasa a mano de los trabajadores
indocumentados, como pago de su trabajo y se traduce en un edificio de 25
pisos, donde los apartamentos se venden en doscientos o trescientos mil dólares
y queda blanqueado instantáneamente.
Seria cuasi-infinito todo el análisis
del tema migratorio y su repercusión en el entramado social, político y
económico del país.
El presidente Obama, con esta
acción ejecutiva ha dicho: Hágase la luz.
Espero
ahora que juntos, republicanos y demócratas, pensando en el bienestar de la
nación, aseguren que esta luz no se extinga.
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