jueves, 6 de noviembre de 2014

Alimentar a los desamparados: ¿Delito atroz o acto de fe y amor?


Gabo, al escribir “Cien Años de Soledad” y concebir el pintorescamente ridículo pueblo de Macondo, no imaginaba que la estupidez y la avaricia humana podían superar con creces el absurdo de aquel sitio. Macondo, donde nace un niño con cola de cerdo, queda minimizado ante los sucesos cotidianos de las ciudades del Sur de Florida.  

La noticia que trajeron los periódicos parecía salida de la pluma del Nobel colombiano: La ciudad de Fort Laudardale, a través de sus políticos, ha pasado una ordenanza que prohíbe alimentar a los hambrientos, que convierte la fe y la caridad en delito. ¿Será cierto lo que leo? Más aún, la policía se presta dos veces a enfrentar a un pacífico anciano de noventa años que junto a dos Pastores Cristianos regalan comida a desamparados.

Pero lo terrible es que no es un suceso aislado; es algo que se ha puesto de moda para de esta forma obligar a los sin hogar a buscar cobijo en otros lares. Recuerdo como hace más o menos un año, la ciudad de Miami quería multar a las monjas de la orden de Madre Teresa de Calcuta, por alimentar a los hambrientos sin tener una licencia para eso… Increíble,… ¿Es que acaso ahora se necesita una licencia para hacer la caridad?... ¿Es que ayudar al prójimo, al humilde, al desposeído debe ser regulado, penado, multado, sujeto a impuestos o criminalizado?

¿Hasta dónde llega la doble moral de nuestros políticos? ¿Hasta dónde llega su desvergüenza e hipocresía? Pensar que marchan en procesiones religiosas, se retratan arrodillados en oración a los pies de la Virgen, invocan a Dios y a los valores cristianos, se hacen llamar “pro-vida” y hacen peticiones de dinero para salvar a los perritos y gatitos a través de fundaciones y bonos, pues alegan que estos son también creaturas del Todopoderoso…… Luego, luego olvidan el mandamiento de “ama a tu prójimo como a ti mismo”….

¿Será que los menos favorecidos, los sin hogar, los enfermos, los enajenados, los apartados, no son hijos del Señor a los ojos de estos nuevos fariseos? ¿Será que el concepto de prójimo no abarca a los que languidecen bajo un puente, borrachos, drogados, enfermos, perdidos? ¿Será que alimentar a los patos y cuidar de los perros se ha tornado más importante que compartir con los otros seres humanos?

No tuve otro remedio que apelar a la Biblia, a ese libro mágico que más allá de religiones y creencias, da enseñanzas de vida,… pude leer en el evangelio según San Mateo: “Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa”….

¿Qué hubiera sido del Señor Jesucristo, si bajo la forma de un mendigo hubiera pedido de comer en un lugar público de Fort Laudardale? Quizás hubiera sido “azorado” por uno de esos policías rebosantes de esteroides y carentes de neuronas que tanto abundan en nuestras ciudades y son “mantenidos” con el dinero de nuestras contribuciones.

¿Cómo hubiera actuado la policía y los políticos del Macondo Sur Floridano, si al Hijo de Dios se le hubiera ocurrido multiplicar panes y peces en un parque Miamense y los hubiera empezado a repartir, sin la necesaria licencia y el consabido pago por ella,… impuesto, para los perritos, incluido? Quizás el Nazareno hubiera terminado acompañando al valiente nonagenario Arnold Abbott a declarar frente al juez, por el temible delito de hacer el bien y compartir amor y pan….

¿Será que a muchos por estas tierras eso de “compartir” los asusta, pues les “suena” a ideología peligrosa y trasnochada? No lo sé.

Solo espero que los políticos recapaciten y ordenen a sus “sabuesos” dejar al buen Abbott hacer el bien en paz. Quizás así nos salvemos de la “suerte” de Macondo y ser literalmente barridos por un remolino,….  

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