miércoles, 19 de octubre de 2016

Delirios de un cubano.

Cuando el Mayor General Vicente Garcia González llamo a la sedición de Lagunas de Varona, solo respondía al llamado de sus genes.
No importa donde vivamos, la edad, el sexo o la raza, los cubanos tenemos “la división” como parte de nuestra información genética. Basta con que dos cubanos nos encontremos en una esquina de un parque o en el muro virtual de Facebook para que se forme una trifulca; para que una polvareda de ofensas y malas palabras se levante hasta el cielo, perturbando el reposo del mismísimo San Pedro… me incluyo entre los revoltosos…
¿A dónde vamos como nación si seguimos con esta actitud? A ninguna parte. ¿Hacia dónde podemos conducir, si nos dejaran, a la nación en la que vivamos como exilados políticos, económicos o simplemente como visitantes? Al desastre total.
Lo he pensado muchas veces y creo que somos demasiado ególatras, vanidosos, nos creemos poseedores de la verdad absoluta y no respetamos las opiniones ajenas. Clamamos por libertad, pero estaríamos dispuestos a cargar de cadenas a los que piensen diferente a nosotros, si alguna vez se nos diera la oportunidad.
Vivo sin embargo orgulloso de ser cubano (aparente contradicción con lo que he escrito antes) pues, cuando queremos, podemos ser solidarios y trabajadores, creadores incansables, buscadores de soluciones a los problemas más enmarañados, innovadores constantes, alegres, amantes de la familia y dispuestos a tomar cualquier riesgo por tender la mano a un amigo.
Tampoco me arrepiento de haber vivido treinta nueve años de mi vida en aquella isla que provoca tantos sentimientos encontrados. Cuba siempre vive en mí y yo siempre viviré en ella; viviré a través de las cenizas de mis abuelos, de los amigos que dejé y con los que difería en algunas opiniones y coincidía en muchos sentimientos, de mi primo y los hijos de mi primo y los hijos de los hijos de mi primo…., de la palma real solitaria que se alzaba en el patio de mi casa y de la tierra color sangre que ensució nuestras plantas infinidad de veces. No me arrepiento de haber aprovechado la oportunidad de estudiar y estudiar y estudiar, pues esa oportunidad y mi esfuerzo me han conducido al relativo éxito que hoy he logrado y que me permite mantener dignamente a mi familia. Nunca tuve que delatar, acusar, abochornar a nadie para tener la oportunidad de estudiar y trabajar en mi país. Siempre respeté y me respetaron. Conozco a muchos como yo, a muchos que dieron lo mejor de sí mismos en Cuba y dan lo mejor acá en Miami, Argentina, México, Brasil. Yo no soy la excepción, al contrario, de mi generación creo que soy parte de la regla.
¿Por qué no potenciar nuestras virtudes y acallar a los demonios divisores? ¿Por qué no aprender a respetar al que piensa, siente, se expresa diferente? ¿Por qué no desterrar de nuestra historia al fantasma de la sedición? Son preguntas para las que no tengo respuesta.
Me preocupa especialmente que para los que vivimos en Miami, la campaña política presidencial se ha convertido en cosa de Montescos y Capuletos, se ha convertido en un motivo más para antagonizar, pero no en buena lid, no con argumentos, sino con ofensas, con calificativos peyorativos y descalificaciones.
Yo he tomado ya una posición (hace mucho rato para ser honesto) y en mi condición de ciudadano de EU, con los mismos derechos que el que llegó hace medio siglo y con la misma obligación de respetar la ley, me declaro abiertamente demócrata (inscrito) y partidario fervoroso de Hillary Clinton (confieso me tentaban las ideas de Sanders acerca de una educación universal hasta nivel de College). No creo que apoyar a Hillary me haga mejor o peor, al igual que respeto el derecho de los que apoyan a Trump. Hago campaña por Hillary en mi Facebook, mi Twiter y mi Instagram pues son mi sacrosanta propiedad, pero no me pongo bravo, ni ofendo a quien quiera dejar un comentario respetuoso en contra. Ahora bien, el que escriba en mi muro debe estar armado de argumentos, de estadísticas, de sucesos,…, no de chismorreos o inventos de la prensa amarillista y sensacionalista…. El que escriba en mi muro debe estar dispuesto a leer al igual que escribe, a escuchar a la par que habla….
No me gustan los que provocan calificando de comunistas a los demás (a los que piensan diferente), pues ellos bien podrían ser calificados de fascistas, racistas o xenófobos. Por otra parte no me avergüenzo de decir que tengo excelentes amigos comunistas, de los de a pie, de los de picadillo de soya y bicicleta, de los de cortar marabú para hacer carbón y pasar las vacaciones, si acaso, en el campismo popular.
Para terminar con este grupo de ideas inconexas, propias de mi personalidad despistada y mi delirio mental, pido que pongamos nuestras comunes vivencias e intereses por delante de nuestras discrepancias y no terminemos llamando a la sedición, como una vez hiciera aquel patriota insigne llamado Vicente Garcia González “el León de Santa Rita”.

martes, 18 de octubre de 2016

Trump University: Una estafa multimillonaria.


Parte I: Requisitos para ser acreditado como Universidad o College.

Todos los que de algún modo u otro hemos estado vinculado al mundo académico bien sabemos de los rigurosos y variados requerimientos que debe satisfacer una institución educativa para ser llamada UNIVERSIDAD.

Tomemos como ejemplo a New England Association of Schools and Colleges (NEASC) https://cihe.neasc.org/standards-policies/standards-accreditation que en su sitio web deja bien claro que los estándares de acreditación contienen lo que una Universidad o “College” debe hacer para merecer la confianza y credibilidad pública y como estos estándares funcionan como un marco para el desarrollo institucional y la autoevaluación.

En el caso de NEASC, por ejemplo, los estándares son actualizados al menos cada diez años para readaptarlos a la cambiante realidad del mundo educativo y científico – tecnológico.

Algunos de los estándares de NEASC se refieren los programas académicos (estándar 4), los profesores y resto del personal de apoyo (estándar 6) e integridad y transparencia (estándar 9) entre otros.

En cuanto los programas académicos queda muy claro que estos deben conducir a la obtención de un grado (diploma) en un campo de estudio reconocido, deben estar publicados claramente los objetivos de aprendizaje y requerimientos de cada programa,  los programas deben ser diseñados de manera coherente, caracterizados por su continuidad y progresión secuencial,  los programas de pregrado deben incluir las materias catalogadas como humanidades y ciencias y deben preparar al estudiante para desempeñarse efectivamente en el mundo en que vive y ser capaz de asimilar los conocimientos específicos de cada carrera.

Sobre el claustro de profesores se establece que la preparación y calificación de los profesores debe estar de acuerdo a la naturaleza de sus tareas y se mide a través de los grados académicos y científicos que ostentan, su experiencia profesional, sus habilidades para enseñar, sus investigaciones y resultados. Los profesores deben además de mostrar sus efectividad en el desarrollo de sus responsabilidades (enseñar).

Los contenidos y métodos de enseñanza deben satisfacer los estándares académicos y profesionales generalmente aceptados. Los estudiantes deben ser expuestos a una variedad de profesores, con diferentes puntos de vista, métodos de enseñanza, etc.

En cuanto a la integridad y transparencia, se expresa la necesidad que los profesores, administrativos, personal de apoyo, miembros directivos y estudiantes actúen responsable y éticamente. La información publicada por la institución en su sitio web tiene que ser accesible y suficiente para que el estudiante pueda tomar una decisión informada sobre su educación; además debe proveerse información clara y cierta sobre el proceso de admisión, empleo, calificaciones, disciplina y consideraciones de las quejas y apelaciones.

Parte II: ¿Qué fue la Universidad “Trump”?

Trump University LLC (llamada más tarde Trump Entrepreneur Initiative LLC) fue una compañía fundada con fines de lucro y que operó entre 2005 y 2010. Se especializaba, supuestamente, en programas de entrenamiento en bienes raíces https://en.wikipedia.org/wiki/Trump_University.

La página web de Trump University no está disponible y en su lugar se puede encontrar el sitio de Trump Entrepreneur Initiative LLC, http://trumpinitiative.com/, pero esta desactivado. Veamos algunos testimonios ofrecidos por implicados en los casos que se han llevado a las cortes de justicia contra la Universidad Trump.

 En un artículo de junio 2 de 2016, escrito por John Cassidy en “The New Yorker” http://www.newyorker.com/news/john-cassidy/trump-university-its-worse-than-you-think  se explica que la oficina del Fiscal General, en repetidas ocasiones, advirtió que la compañía con fines de lucro fundada, rompía la ley al hacerse llamar universidad (en el estado de New York las universidades deben poseer una carta del estado, que no poseía la Universidad Trump, ni estaba acreditada por ningún ente acreditador independiente). Sencillamente la Universidad Trump operaba fuera de la ley y gracias exclusivamente al dinero e influencia del magnate inmobiliario.

Según testimonios de Ronald Schnackenberg, un agente de ventas de la Universidad Trump: “a pesar que la institución reclamaba que quería ayudar a los consumidores a hacer dinero en el negocio de bienes raíces, su verdadero único fin era vender los “paquetes” de seminarios, lo más caro que fuera posible”. En opinión del mismo Schnackenberg, “la Universidad Trump era un esquema fraudulento diseñado para despojar de su dinero a personas no muy jóvenes y con pobre educación”.

A pesar de que en los anuncios publicitarios se alegaba que Trump había seleccionado personalmente a los instructores y que podía convertir a cada estudiante en un inversor exitoso en el área de los bienes raíces; realmente Trump cuidadosamente a los instructores y él jamás aparecía en las charlas; tampoco había revisado el currículo de los seminarios y demás cursos. Los materiales presentados eran preparados por una “tercera empresa” que se dedicaba a preparar charlas para empresas de “tiempo compartido” y charlas inspiraciones.   

Los instructores de Trump University alegaban que tres días no eran suficientes y alentaban a los incautos a enrollarse en cursos más largos que costaban 35,000 dólares.

En un artículo en “The National Review”, titulado “Yes, Trump University was a massive scam” http://www.nationalreview.com/corner/432010/trump-university-scam, se menciona que Trump prometía a los estudiantes de los seminarios de tres días, que iba a proporcionarles acceso a prestamistas o financistas privados. Eso nunca ocurrió.

El “Playbook” usado por los presentadores de la Universidad Trump dejaba claro que el primer y más importante requisito para cualificar para inscribirse en Trump University era: tener una tarjeta de crédito válida y pagar todo.  

En artículo publicado en “The New York Times”, titulado: “Former Trump University Workers Call the School a ‘Lie’ and a ‘Scheme’ in Testimony” http://www.nytimes.com/2016/06/01/us/politics/donald-trump-university.html?_r=0, un agente de eventos de Trump University, llamada Corrine Sommer cuenta que sus colegas aconsejaban a los potenciales estudiantes a abrir cuantas tarjetas de crédito pudieran con tal de que se matricularan en las clases que se ofrecían; incluso cuando sabían que estos potenciales estudiantes no podrían soportar la avalancha de pagos por concepto de esas tarjetas de crédito.

Parte III. Conclusiones.

1.       Es evidente que la institución creada por Trump usaba de manera ilegal el título de Universidad, no contaba con la acreditación requerida y los cursos que ofrecía no eran transferibles a ninguna otra institución de enseñanza superior en todo el mundo.

2.       No había programas de estudios bien diseñados y que funcionaran de manera sistémica.

3.       Los profesores carecían del conocimiento necesario en el campo de los bienes raíces.

4.       Las charlas eran más motivacionales y encaminadas a que los estudiantes se enrolaran en nuevos cursos, que realmente presentaciones técnicas para incrementar las habilidades de los estudiantes, como futuros inversores en el campo de los bienes raíces.

5.       El Sr. Trump no participaba de manera activa en las actividades, a pesar de que esa era una de las promesas.

6.       Se alentaba a los estudiantes a manejar sus finanzas de manera irresponsable, bajo la promesa de que verían sus ingresos multiplicados en muy corto tiempo.

Es evidente que la Universidad Trump fue una estafa y que debido a eso y a pesar de los millones e influencia política del Sr. Trump, no ha podido silenciar los reclamos de miles de víctimas de su esquema de fraude.