jueves, 3 de octubre de 2019

Homenaje al Príncipe

No pertenecía a ninguna de las grandes familias de la realeza europea. No descendía de los Borbones o los Valois, sin embargo fue un Príncipe en toda la extensión de la palabra.

Su titulo no fue heredado, fue ganado a fuerza de talento y caballerosidad. Su fama se extendió por todo el mundo hispano y mas allá, llegando incluso a un oscuro rincón olvidado del planeta, mi pequeño pueblo de una sola calle y un par de miles de habitantes.

Lo conocí por primera vez a través de las paginas amarillosas de un pequeño librito con canciones que de alguna manera fue a parar al viejo librero que atesoraba los libros de mi padre. En aquel "cancionero" estaba su foto y una extraña canción que hablaba de Palomas y Gavilanes. A veces podía escuchar su voz potente y hermosa a través de la cansada bocina de un ancestral radio Howard que pertenecía a mi abuelo.

Luego llegaron las primeras grabadoras de cassettes y su música comenzó a regarse como pólvora entre los jóvenes y los que peinaban algunas canas. Cada "descarguita" (fiestas de jóvenes a media  luz y con algún que otro trago de alcohol mal preparado) que llenaba de ruido el vecindario hacia sonar mas y mas sus canciones; aquellas canciones que hablaban de amor y despecho, aquella música tan propicia para bailar apretado a la chica que te desvelaba, aquella música de ensueño que hasta te permitía posar la mano, como por error, en los lugares prohibidos del cuerpo de tu compañera de danza.

Todos tarareaban las letras de sus canciones y algunos, sin fortuna, trataban de imitar aquella voz única, otorgada a el por los mismos Dioses del Olimpo.

A mi pueblo las noticias llegaban tarde, hacia mucho tiempo que el alcohol y la droga habían consumido su voz, cuando nos enteramos que el Príncipe ya no cantaba. Fue una mezcla de tristeza y vacío el saber que ya no habría nuevas canciones de amor y que tendríamos que conformarnos con las grabaciones contenidas en los viejos LP remasterizados una y otra vez.

Pasaron décadas y moví mi nido lejos de mi pueblo. En este nuevo árbol te enteras de todo y sobre todos y con sorpresa descubrí que el Príncipe seguía vivo y era aun mas digno de su titulo. Su vida había sido una lucha constante por superar sus vicios y debilidades, se había convertido en un maestro que amoroso compartía con los mas jóvenes los errores cometidos y los llamaba a ser honorables y leales. Me emocione al saber de que aun los mas famosos del momento se detenían ante su Majestad y con frecuencia le ofrecían un homenaje.

En esta década en mi nueva tierra vi como su físico se deterioraba de entrevista a entrevista, como su voz se iba haciendo mas hueca y débil, pero como su espíritu se elevaba por todo sobre eso y solo nos dejaba ver al Príncipe, al único y verdadero Príncipe, que vencía dolores y pesares.

Hace días se marcho definitivamente y el mundo hispano quedo consternado por la noticia. sus hazanas y pesares han regresado renovados a las pantallas de cada televisor, teléfono inteligente y computadora de este hemisferio. Las ondas de radio no han parado de homenajearle.

Yo, que al principio sentí gran tristeza, encontré consuelo en la idea de que Jose Jose, el único y verdadero "Príncipe de la canción", se ha ido de la mano de Dios a unirse a la orquesta de ángeles donde su voz inigualable resonara acompañada de la guitarra de Paco de Lucia y el piano de Bebo Valdes.

Hasta luego Príncipe, tu te marchaste, pero nos dejaste como pertenencia invaluable tu enorme voz de hombre que cantaba sobre  Palomas y Gavilanes.